viernes, 3 de mayo de 2013

AHORA FLEXIBILIZAMOS LA LUZ

Paneles fotovoltaicos autoadhesivos, la nueva revolución


Hace pocas semanas te hablábamos sobre los neones que daban luz a travésdel movimiento de turbinas a partir del paso  continuado del agua, pero ¡ el futuro sigue avanzando!
Paneles solares Paneles fotovoltaicos autoadhesivos, la nueva revolución
Las energías renovables parece que comienzan a mirar hacia el futuro y esta misma semana hemos conocido que un grupo de científicos de la Universidad de Stanford ubicada en California, han desarrollado unas novedosos paneles solares flexibles que pueden ser adheridos con gran facilidad a casi cualquier objeto que te puedas imaginar.
Por ejemplo podrían ser ideales para llevar pegados en nuestro dispositivo móvil o en las ventanas de nuestra casa o incluso en nuestra propia ropa para conseguir energía a cada paso que demos.

Los nuevos paneles diseñados en la Universidad de Stanford  cuentan con la gran ventaja de que son flexibles, delgados y sobre todo baratos a diferencia de los paneles solares tradicionales que son grandes, rígidos, pesados y su precio no suele ser precisamente muy económico.
Paneles Paneles fotovoltaicos autoadhesivos, la nueva revolución
Xiaolin Zheng y Chi Hwan Lee son las dos cabezas visibles de este proyecto y que se muestran absolutamente orgullosas de los conseguido y destacan sobre manera de novedoso invento que: “puede ser despegado de sus respectivas hojas plásticas protectoras y adherirse, como tiritas o pegatinas, a virtualmente cualquier superficie”.
El equipo formado por las dos científicos y un nutrido grupo de estudiantes ha logrado pegar células solares de película fina a papel, plástico y vidrio, entre otros materiales, de un modo “no mucho más complicado que la transferencia a la piel de un tatuaje de quita y pon”, según ha explicado Zheng. Y además, pueden volver a despegarse si se desea. “Sorteamos las dificultades mediante un proceso tecnológico del ‘arranca y pega’ que confiere a los paneles solares de película fina un potencial inaudito de flexibilidad y adhesión, aparte de reducir su peso y coste”, añade.

AGRICULTURA ORGÁNICA

Razones para apoyar la agricultura orgánica (Por Sasha Lyutse, Analista de NRDC)

organicfood1.jpg A todos les encanta una buena pelea de comida.  Y recientemente, un escándalo estalló sobre un estudio de la Universidad de Stanford, el cual encontró que los alimentos orgánicos no son más nutritivos que los convencionales. Con titulares como “Los científicos de Stanford arrojan dudas sobre las ventajas de la carne orgánica y sus derivados”, los consumidores presumiblemente llegaron a la conclusión de que la compra de alimentos orgánicos es inútil en el mejor de los casos y una pérdida de dinero, en el peor.Tal vez este estudio es bueno para los titulares, pero pésimo para el consumidor.
Muchas voces se alzaron para defender la agricultura orgánica. En resumen, el enfoque en los beneficios para la salud en términos de densidad de nutrientes en gran parte está fuera de lugar.
Aunque se necesita estudiar más las propiedades antioxidantes y nutritivas de los alimentos orgánicos a comparación de los convencionales, la mayor diferencia entre los dos está en la forma en que se producen y como impactan nuestra salud. (El mismo estudio llegó a la conclusión que los alimentos orgánicos son mucho menos propensos a estar contaminados con pesticidas y bacterias resistentes a los antibióticos. Pero más sobre esto más adelante).
Es fácil confundirse acerca de lo que separa a los alimentos producidos orgánicamente de los producidos de forma convencional. Así que aquí está la primicia. Las normas orgánicas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA en inglés) en su lista de insumos aprobados y prohibidos en la producción orgánica, lo que significa que los alimentos orgánicos deben ser producidos sin el uso de:
  • Ø antibióticos
  • Ø hormonas de crecimiento artificiales
  • Ø jarabe de maíz de alta fructosa
  • Ø colorantes artificiales (hechos de alquitrán de hulla y productos petroquímicos)
  • Ø edulcorantes artificiales
  • Ø pesticidas y fertilizantes químicos creados artificialmente
  • Ø proteínas e ingredientes modificados genéticamente
  • Ø lodos de depuradora
  • Ø irradiación
Yo no sé ustedes, pero yo considero que mi exposición a residuos de pesticidas y de “superbacterias” resistentes a los antibióticos (bacterias que se reproducen en nuestro dominante sistema convencional de producción ganadera) es muy importante para mi salud, por no hablar de la salud de los trabajadores agrícolas. Pero en ambos casos los autores del estudio ofrecen esta débil conclusión: “El consumo de alimentos orgánicos puede reducir la exposición a residuos de pesticidas y bacterias resistentes a los antibióticos”.
Vamos a empezar con una conclusión básica que el estudio minimiza, pues concluye que las frutas y las verduras orgánicas son mucho menos propensas a estar contaminadas con residuos de pesticidas. Esto es significativo, incluso antes de considerar las diferencias en la extensión de la contaminación.

Tom Philpott y el Dr. Charles Benbrook (Chuck) hacen un trabajo fantástico al disertar y criticar el informe de Stanford sobre los pesticidas. Benbrook ha servido toda la vida como un experto en agricultura, entre ellas la de Director Ejecutivo de la Subcomisión de la Comisión de la Cámara de Agricultura con jurisdicción sobre la regulación de pesticidas, investigación, comercio y asuntos exteriores agrícolas. Philpott es un periodista de investigación independiente y cofundador de un centro sin fines de lucro para la educación alimentaria sostenible. Como ambos señalan, es mucho más probable que los productos convencionales estén contaminados con una plétora de pesticidas, varios de ellos muy tóxicos y en altos niveles. En el estudio se minimiza esta diferencia, ya que los niveles de residuos de pesticidas están por debajo del máximo de los límites permitidos por la EPA. Pero ambos señalan como, el “efecto cóctel” de las mezclas químicas no es tomado en cuenta por la EPA en la fijación de los límites.

En particular, Philpott y Benbrook señalan la omisión de otros estudios, por los autores, que se centran en la exposición prenatal y en los niños a los pesticidas organofosforados que son altamente tóxicos y peligrosos por lo que su uso es ilegal en hogares y céspedes residenciales actualmente. NRDC continúa trabajando para conseguir su prohibición en la agricultura debido a la gran cantidad de envenenamientos humanos que ocurren cada año, así como su relación con déficits de aprendizaje en los niños expuestos prenatalmente.
¿Su conclusión? Que los investigadores de Stanford desestimaron diferencias estadísticamente significativas en la gravedad de la contaminación por pesticidas entre los alimentos convencionales y los orgánicos.
Asimismo, los autores se centran en la presencia de bacterias resistentes a los antibióticos en carnes orgánicas vs carnes convencionales, e ignoran la gran crisis de salud pública causada por el aumento de infecciones resistentes a los antibióticos y la significativa contribución de la agricultura animal convencional para esta resistencia.
En las granjas convencionales, las cantidades masivas de antibióticos se suministran habitualmente en pequeñas dosis a los pollos, cerdos, vacas y otros animales que comemos, para acelerar el crecimiento del animal y compensar por las sucias condiciones que pueden ser evitables. Esta constante, de pequeñas dosificaciones a los animales crea un peligroso caldo de cultivo para “superbacterias”, que se escapan en el suelo, el aire y el agua que entra en contacto con los residuos animales. Es permitido utilizar los desechos de animales como fertilizantes biosólidos en la producción convencional (no orgánica) de esta forma las superbacterias hacen su camino en nuestras verduras y pescados.
Estas “superbacterias” no sólo pueden ser encontradas en la carne en nuestras tiendas de comestibles, pero bacterias resistentes a los antibióticos pueden intercambiar genes de resistencia una con la otra, la resistencia a la difusión, las transferencias entre ellas de bacterias inocuas a bacterias patógenas. Múltiples infecciones resistentes a los medicamentos, como la enfermedad que amenaza la vida MRSA, están en aumento, mientras que el desarrollo de nuevos antibióticos está llegando a un punto muerto. El uso de antibióticos en el ganado es parte del problema.
El informe de Stanford parece restar importancia a la relación entre el uso de antibióticos no terapéuticos en la producción ganadera convencional y el surgimiento de las superbacterias, al concluir que el uso agrícola de antibióticos “puede estar relacionado con” el problema de la resistencia a los antibióticos. Pero existe evidencia científica que establece que el uso de antibióticos en la ganadería (y no sólo el uso humano de los antibióticos) contribuye al problema de la resistencia a los antibióticos en las bacterias.
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC en inglés) ha dicho que existe una fuerte evidencia científica de un vínculo entre el uso de antibióticos en animales productores de alimentos y la resistencia a los antibióticos en los seres humanos”. La Asociación Médica Americana (AMA en inglés) está de acuerdo.
“Los antibióticos son uno de los avances médicos más útiles e importantes en la historia reciente. Su eficacia, sin embargo, está en peligro por la resistencia bacteriana, que surge en parte por el uso excesivo de antibióticos en la producción animal”.
A los productores orgánicos de carne, por otro lado, no se les permite el uso de antibióticos y por lo tanto no contribuyen a este problema. En lugar de dosificar a sus animales con medicamentos para evitar que se enfermen en ambientes insalubres, estos agricultores encuentran mejores maneras de manejar sus rebaños y de prevenir enfermedades, por ejemplo, mediante una mejor alimentación y establos más limpios.
Por último, hay importantes beneficios ambientales que aporta la agricultura ecológica, empezando por un mejor manejo de los suelos para reducir la escorrentía de fertilizantes en las cuencas, que representan una razón clave para apoyarlo. Un análisis de los impactos del ciclo de vida de la agricultura convencional, de los pesticidas mencionados anteriormente, a los fertilizantes de nitrógeno y herbicidas químicos, en los trabajadores agrícolas, las comunidades circundantes y en nuestros suelos, las cuencas hidrográficas, el aire y la biodiversidad muestra que las prácticas orgánicas son mejores para nuestra salud, la salud animal y la protección del medio ambiente en comparación con la agricultura convencional.
No hay que confundir los alborotos de las noticias y los titulares sensacionalistas con la realidad. Apoyo a la agricultura orgánica para nuestra salud y la salud de nuestro medio ambiente es de sentido común. Para obtener más información, echa un vistazo a algunas de estos interesantes blogs de NRDC de cómo reducir el uso de pesticidas tóxicos y el uso innecesario de los antibióticos en la agricultura.

LA CULTURA DE CONSERVACIÓN , SIEMBRAS E HÍBRIDOS

Agricultura de Conservación (porAEAC SV)

Hasta la mitad del siglo pasado, los agricultores no tenían herramientas aparte del laboreo del suelo para eliminar hierbas adventicias, descompactar el terreno y preparar un adecuado lecho de siembra. La labranza se entendía como algo fundamental y necesario para lograr buenas cosechas en las zonas que tenían acceso a la tecnología del arado, pero…. ¿y si se pudiera conseguir lo mismo sin necesidad de labrar? Esa pregunta se la hicieron los pioneros de la siembra directa en el s. XX, y la respondieron.
HistoriaEl estudio de las culturas antiguas ha derivado en el conocimiento que su manera de cultivar especies, basada en la siembra en suelo virgen valiéndose de palos u otros elementos puntiagudos para hacer pequeños orificios donde colocar las semillas (Derpsch, 2008). En tiempos modernos, el punto de inflexión en la concepción de la agricultura se debió a condiciones meteorológicas extremas. En concreto, en la década de 1930, en las llanuras centrales de EE.UU, tras años de sequía extrema se produjeron eventos de erosión eólica muy intensa conocidos como el Dust Bowl, donde se perdieron millones de toneladas de suelo. Los eventos fueron filmados por el cineasta Pare Lorentz para el Departamento de Agricultura de los EE.UU. en la película “El Arado que rompió las Llanuras”, donde ya se relacionaba la acción del laboreo como causa de la erosión. Para combatir esa erosión, se desarrollaron en América del Norte nuevos equipos de laboreo que permitían descompactar el suelo y controlar las malas hierbas pero sin invertir el suelo, manteniendo restos vegetales en superficie. Este método se extendió de manera vertiginosa por todas las zonas secas de EE.UU, no sólo por su capacidad para combatir la erosión del suelo, sino también por su aptitud para conservar la humedad edáfica, de especial interés en los secanos. Otro hito en este camino fue la creación en 1935 del Servicio de Conservación del Suelo de los EE.UU. que, en los años siguientes, estimuló la creación de equipos de investigadores dedicados al laboreo de conservación en numerosas universidades americanas. Paralelamente, en los países del norte de Europa, la combinación de los efectos negativos causados por el laboreo excesivo, particularmente en suelos húmedos, con la disminución de la población rural y el aumento de los costes de maquinaria, llevó a muchos investigadores a plantearse una reducción de las labores. A pesar de las mejoras propuestas por las técnicas minimizadoras del laboreo, sin la disponibilidad de herbicidas adecuados, las hierbas adventicias, o malas hierbas como se las conoce comúnmente, se convertían en un factor limitante para el desarrollo de dichos sistemas de laboreo (Fernández-Quintanilla, 1997).
Antes hemos expuesto los fines buscados con el laboreo y el problema que causaban las hierbas adventicias en los campos que habían sido labrados hasta entonces. La superación de este problema se consiguió con la aparición de los herbicidas paraquat y diquat, desarrollados por la Imperial Chemical Industries (ICI) a finales de los 50. Con estos productos ya no se necesitaba labrar para controlar las hierbas, ya que su acción total las eliminaba sin riesgo para el cultivo posterior, siendo así factible disminuir las labores. De esta forma, surge el concepto de la siembra directa.
Científicos europeos empezaron a investigar sobre el laboreo reducido y los resultados obtenidos en las experiencias realizadas fueron claramente prometedores, demostrando que era posible preparar un lecho de siembra adecuado sin necesidad de labrar. Sin embargo, incluso entonces, la idea de suprimir totalmente las labores era vista con mucho escepticismo por los agricultores, quedándose este concepto casi exclusivamente restringido a un pequeño grupo de investigadores. Hubo que esperar a mediados de los 60 para que las posibilidades agronómicas y económicas de estas nuevas técnicas fueran percibidas por un sector más amplio del mundo agrario, iniciándose entonces amplios programas de desarrollo e introducción de estos sistemas en diversos países europeos (Fernández-Quintanilla, 1997).
PLOW MAN'S FOLLYEn Norteamérica la historia es más compleja, no siendo posible achacar la causa de estos cambios únicamente a la introducción de los nuevos herbicidas. La publicación del libro de Edward Faulkner "Plowman´s Folly" en 1943 y el nacimiento de la Sociedad de Conservación del Suelo en 1945, incitaron considerablemente la sensibilidad del sector agrario hacia los problemas derivados de un laboreo excesivo y promovieron el desarrollo de nuevos sistemas de laboreo de conservación. Durante los años 40, tanto las Universidades como el Departamento de Agricultura (USDA) y las empresas del sector iniciaron una intensa labor investigadora que pronto empezó a dar frutos: en 1946 se desarrolló en la Universidad de Purdue la primera sembradora de siembra directa (la M-21); en los años 50 se introdujo comercialmente el disco de corte ondulado así como los tratamientos con atrazina y paraquat,.....y, a partir de aquí, la evolución empezó a ser cada vez más vertiginosa (Fernández-Quintanilla, 1997).
En España, los primeros estudios sobre agricultura de conservación en cultivos anuales de los que se tienen constancia, datan de 1976 en la finca “Haza del Monte” en Sevilla. En estos ensayos, enfocados a conseguir un adelanto de la fecha de siembra en segunda cosecha, se evaluó la siembra directa de la soja sobre rastrojo de cereal (A. Agustín, 1977). Al poco tiempo, el cultivo dejó de ser interesante y se cesó la investigación. Los ensayos sobre siembra directa de cereales se inician en España en 1980 en la finca El Encín (Madrid), llevados a cabo en base a un convenio entre la ETSIA de la Universidad Politécnica de Madrid y el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). Los resultados obtenidos pusieron de manifiesto que la práctica de la siembra directa no afectaba al rendimiento de los cereales, consiguiéndose en cambio reducir en un 80% los consumos energéticos. Poco después, se fueron extendiendo este tipo de ensayos a otras regiones españolas, destacando los realizados por el SIA de Andalucía (Ifapa) / ETSIA de Córdoba en Andalucía en la finca Tomejil en Carmona (Sevilla) desde el año 1982 y que se mantienen en la actualidad, obteniéndose en las parcelas no labradas unos rendimientos superiores en un 100% a los obtenidos con el laboreo tradicional, los realizados por el Instituto Técnico y de Gestión Agraria en Navarra, y los realizados en Castilla León por los departamentos técnicos de empresas relacionadas con el sector agrario (Fernández-Quintanilla, 1997).
En febrero de 1995 un grupo de agricultores, técnicos y científicos, muchos de ellos participantes de los proyectos antes mencionados, fundaron la Asociación Española de Laboreo de Conservación / Suelos Vivos (AELC/SV), que desarrolló diversos proyectos de transferencia de tecnología fundamentales, que promovieron el conocimiento de las técnicas de agricultura de conservación. En 1999 cambió su denominación por la actualmente conocida como Asociación Española Agricultura de Conservación.Suelos Vivos (AEAC.SV), englobando un concepto más amplio que reflejaba la realidad de mejora de los recursos naturales, suelo, agua y aire. Gracias al desarrollo de proyectos europeos y nacionales, y al apoyo del sector privado, se realizaron cada vez un mayor número de actividades con un alto grado de regularidad y de conocimiento técnico-científico. Con el paso del tiempo, gracias a la ayuda de agricultores pioneros, once asociaciones regionales trabajan para fomentar la agricultura de conservación en nuestro país. A nivel europeo, la AEAC.SV fundó en Bruselas en 1999, con otras 5 asociaciones nacionales, la Federación Europea de Agricultura De Conservación, ECAF, de sus siglas en inglés. Desde entonces ECAF ha sido y es el punto de unión de las ahora 15 asociaciones europeas que trabajan en pro de la agricultura de conservación en Europa.

Montsanto tendría que tener los días contados,pero aún así no nos olvidemos de todos los terrenos que han " enfermado" debido a su uso

Agricultores y consumidores ofrecen motivos para la inmediata prohibición de transgénicos en Andalucía
Según indica la plataforma en una nota, el documento de reflexión para una moratoria de transgénicos en Andalucía pretende
Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias, 03/05/2013, 08:05 h | (140) veces leída
Asociaciones de agricultores y de consumidores, aglutinados en la Plataforma Andalucía Libre de Transgénicos (PALT) han presentado en Sevilla del documento de reflexión para una moratoria de transgénicos en Andalucía en el que se motivan los argumentos para su "prohibición urgente e inmediata" en la Comunidad.
   Según indica la plataforma en una nota, el documento de reflexión para una moratoria de transgénicos en Andalucía pretende "marcar una hoja de ruta para la obtención de un compromiso con una alimentación sana, segura, de calidad y sostenible que solo es posible sin transgénicos".
   Para ello, considera que "es necesario que se activen los mecanismos políticos, administrativos y legales que obran en poder del gobierno autonómico, para iniciar un proceso a corto-medio plazo, en diálogo con la sociedad civil, que lleve a que Andalucía sea una Zona Libre de Transgénicos completa, tanto en el cultivo como en las importaciones", según declaraba Isabel Moya, de Facua Andalucía.
   "La situación andaluza presenta un contexto agroalimentario, medioambiental y político que exige su prohibición", según declaraba José Manuel Benítez, de COAG-A.
   Han recordado que España "es el único país en la Unión Europea que cultiva transgénicos a gran escala, a pesar del rechazo del consumidor y el escándalo de las revelaciones de Wikileaks en las que el Gobierno español pedía a Estados Unidos que presionara a Bruselas a favor de los transgénicos".
   La plataforma ha recordado que, en este contexto, 11 países europeos, entre ellos Alemania, Francia e Italia, "los han prohibido en sus territorios por sus efectos sobre el medio ambiente, e incluso algunos han ido más allá, como en el caso de Italia, que además de prohibirlo, ha solicitado formalmente a la UE que no se renueve la autorización del maíz transgénico MON 810 de la multinacional Monsanto".
   Asimismo, han aludido a un nuevo estudio independiente francés, "donde se daban a conocer los efectos provocados por el maíz transgénico sobre ratas alimentadas durante dos años con dicho maíz y/o el herbicida asociado Roundup, tratándose del primer estudio a largo plazo que evalúa los posibles daños sobre la salud derivados del consumo de transgénicos".
   El documento de reflexión recoge un análisis en detalle de los transgénicos existentes actualmente en territorio andaluz, demostrando que el Ministerio, a través de los datos aportados por las empresas de semillas, "infla los datos de transgénicos hasta un 70 por ciento".
   "En el caso de Andalucía, y según el análisis, no llegaríamos las 2.500 hectáreas frente a las más de 10.000 que el Ministerio refleja en sus estadísticas, reflejando la falta de transparencia existente", según declaraba María Carrascosa, de la Red Andaluza de Semillas.   
   Por su parte, Juan Moreno, de la Unión de Consumidores de Andalucía insistió en "la necesidad y los derechos que tenemos los consumidores a estar debidamente informados sobre los productos transgénicos que adquirimos, ya sean agrícolas o procesados, y a decidir si queremos o no comprarlos". En este sentido, Moreno reivindicó este derecho a través de un elemento fundamental en la información al consumidor, como es el etiquetado. 
   En este contexto se presenta "una hoja de ruta que debería marcar la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, resto de consejerías con competencias al respecto y la sociedad andaluza para la ejecución de una estrategia andaluza que lleve a Andalucía a tener una agricultura, ganadería, transformación, distribución y consumo de alimentos libres de transgénicos".
   Esta hoja de ruta deberá contemplar, entre otras, "la prohibición inmediata de ensayos experimentales con cultivos transgénicos, el cultivo del maíz MON810 y patata Amflora y la prohibición a corto-medio plazo de las importaciones de materias primas y alimentos transgénicos".