Agricultura de Conservación (porAEAC SV)
Hasta la mitad del siglo pasado, los agricultores no tenían herramientas aparte del laboreo del suelo para eliminar hierbas adventicias, descompactar el terreno y preparar un adecuado lecho de siembra. La labranza se entendía como algo fundamental y necesario para lograr buenas cosechas en las zonas que tenían acceso a la tecnología del arado, pero…. ¿y si se pudiera conseguir lo mismo sin necesidad de labrar? Esa pregunta se la hicieron los pioneros de la siembra directa en el s. XX, y la respondieron.Antes hemos expuesto los fines buscados con el laboreo y el problema que causaban las hierbas adventicias en los campos que habían sido labrados hasta entonces. La superación de este problema se consiguió con la aparición de los herbicidas paraquat y diquat, desarrollados por la Imperial Chemical Industries (ICI) a finales de los 50. Con estos productos ya no se necesitaba labrar para controlar las hierbas, ya que su acción total las eliminaba sin riesgo para el cultivo posterior, siendo así factible disminuir las labores. De esta forma, surge el concepto de la siembra directa.
Científicos europeos empezaron a investigar sobre el laboreo reducido y los resultados obtenidos en las experiencias realizadas fueron claramente prometedores, demostrando que era posible preparar un lecho de siembra adecuado sin necesidad de labrar. Sin embargo, incluso entonces, la idea de suprimir totalmente las labores era vista con mucho escepticismo por los agricultores, quedándose este concepto casi exclusivamente restringido a un pequeño grupo de investigadores. Hubo que esperar a mediados de los 60 para que las posibilidades agronómicas y económicas de estas nuevas técnicas fueran percibidas por un sector más amplio del mundo agrario, iniciándose entonces amplios programas de desarrollo e introducción de estos sistemas en diversos países europeos (Fernández-Quintanilla, 1997).
En España, los primeros estudios sobre agricultura de conservación en cultivos anuales de los que se tienen constancia, datan de 1976 en la finca “Haza del Monte” en Sevilla. En estos ensayos, enfocados a conseguir un adelanto de la fecha de siembra en segunda cosecha, se evaluó la siembra directa de la soja sobre rastrojo de cereal (A. Agustín, 1977). Al poco tiempo, el cultivo dejó de ser interesante y se cesó la investigación. Los ensayos sobre siembra directa de cereales se inician en España en 1980 en la finca El Encín (Madrid), llevados a cabo en base a un convenio entre la ETSIA de la Universidad Politécnica de Madrid y el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). Los resultados obtenidos pusieron de manifiesto que la práctica de la siembra directa no afectaba al rendimiento de los cereales, consiguiéndose en cambio reducir en un 80% los consumos energéticos. Poco después, se fueron extendiendo este tipo de ensayos a otras regiones españolas, destacando los realizados por el SIA de Andalucía (Ifapa) / ETSIA de Córdoba en Andalucía en la finca Tomejil en Carmona (Sevilla) desde el año 1982 y que se mantienen en la actualidad, obteniéndose en las parcelas no labradas unos rendimientos superiores en un 100% a los obtenidos con el laboreo tradicional, los realizados por el Instituto Técnico y de Gestión Agraria en Navarra, y los realizados en Castilla León por los departamentos técnicos de empresas relacionadas con el sector agrario (Fernández-Quintanilla, 1997).
En febrero de 1995 un grupo de agricultores, técnicos y científicos, muchos de ellos participantes de los proyectos antes mencionados, fundaron la Asociación Española de Laboreo de Conservación / Suelos Vivos (AELC/SV), que desarrolló diversos proyectos de transferencia de tecnología fundamentales, que promovieron el conocimiento de las técnicas de agricultura de conservación. En 1999 cambió su denominación por la actualmente conocida como Asociación Española Agricultura de Conservación.Suelos Vivos (AEAC.SV), englobando un concepto más amplio que reflejaba la realidad de mejora de los recursos naturales, suelo, agua y aire. Gracias al desarrollo de proyectos europeos y nacionales, y al apoyo del sector privado, se realizaron cada vez un mayor número de actividades con un alto grado de regularidad y de conocimiento técnico-científico. Con el paso del tiempo, gracias a la ayuda de agricultores pioneros, once asociaciones regionales trabajan para fomentar la agricultura de conservación en nuestro país. A nivel europeo, la AEAC.SV fundó en Bruselas en 1999, con otras 5 asociaciones nacionales, la Federación Europea de Agricultura De Conservación, ECAF, de sus siglas en inglés. Desde entonces ECAF ha sido y es el punto de unión de las ahora 15 asociaciones europeas que trabajan en pro de la agricultura de conservación en Europa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario