Razones para apoyar la agricultura orgánica (Por Sasha Lyutse, Analista de NRDC)
A
todos les encanta una buena pelea de comida. Y recientemente, un
escándalo estalló sobre un estudio de la Universidad de Stanford, el
cual encontró que los alimentos orgánicos no son más nutritivos que los
convencionales. Con titulares como “Los científicos de Stanford arrojan
dudas sobre las ventajas de la carne orgánica y sus derivados”, los
consumidores presumiblemente llegaron a la conclusión de que la compra
de alimentos orgánicos es inútil en el mejor de los casos y una pérdida
de dinero, en el peor.Tal vez este estudio es bueno para los titulares, pero pésimo para el consumidor.
Muchas voces se alzaron para defender la agricultura orgánica. En resumen, el enfoque en los beneficios para la salud en términos de densidad de nutrientes en gran parte está fuera de lugar.
Aunque se necesita estudiar más las propiedades antioxidantes y nutritivas de los alimentos orgánicos a comparación de los convencionales, la mayor diferencia entre los dos está en la forma en que se producen y como impactan nuestra salud. (El mismo estudio llegó a la conclusión que los alimentos orgánicos son mucho menos propensos a estar contaminados con pesticidas y bacterias resistentes a los antibióticos. Pero más sobre esto más adelante).
Es fácil confundirse acerca de lo que separa a los alimentos producidos orgánicamente de los producidos de forma convencional. Así que aquí está la primicia. Las normas orgánicas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA en inglés) en su lista de insumos aprobados y prohibidos en la producción orgánica, lo que significa que los alimentos orgánicos deben ser producidos sin el uso de:
Vamos a empezar con una conclusión básica que el estudio minimiza, pues concluye que las frutas y las verduras orgánicas son mucho menos propensas a estar contaminadas con residuos de pesticidas. Esto es significativo, incluso antes de considerar las diferencias en la extensión de la contaminación.
Tom Philpott y el Dr. Charles Benbrook (Chuck) hacen un trabajo fantástico al disertar y criticar el informe de Stanford sobre los pesticidas. Benbrook ha servido toda la vida como un experto en agricultura, entre ellas la de Director Ejecutivo de la Subcomisión de la Comisión de la Cámara de Agricultura con jurisdicción sobre la regulación de pesticidas, investigación, comercio y asuntos exteriores agrícolas. Philpott es un periodista de investigación independiente y cofundador de un centro sin fines de lucro para la educación alimentaria sostenible. Como ambos señalan, es mucho más probable que los productos convencionales estén contaminados con una plétora de pesticidas, varios de ellos muy tóxicos y en altos niveles. En el estudio se minimiza esta diferencia, ya que los niveles de residuos de pesticidas están por debajo del máximo de los límites permitidos por la EPA. Pero ambos señalan como, el “efecto cóctel” de las mezclas químicas no es tomado en cuenta por la EPA en la fijación de los límites.
En particular, Philpott y Benbrook señalan la omisión de otros estudios, por los autores, que se centran en la exposición prenatal y en los niños a los pesticidas organofosforados que son altamente tóxicos y peligrosos por lo que su uso es ilegal en hogares y céspedes residenciales actualmente. NRDC continúa trabajando para conseguir su prohibición en la agricultura debido a la gran cantidad de envenenamientos humanos que ocurren cada año, así como su relación con déficits de aprendizaje en los niños expuestos prenatalmente.
¿Su conclusión? Que los investigadores de Stanford desestimaron diferencias estadísticamente significativas en la gravedad de la contaminación por pesticidas entre los alimentos convencionales y los orgánicos.
Asimismo, los autores se centran en la presencia de bacterias resistentes a los antibióticos en carnes orgánicas vs carnes convencionales, e ignoran la gran crisis de salud pública causada por el aumento de infecciones resistentes a los antibióticos y la significativa contribución de la agricultura animal convencional para esta resistencia.
En las granjas convencionales, las cantidades masivas de antibióticos se suministran habitualmente en pequeñas dosis a los pollos, cerdos, vacas y otros animales que comemos, para acelerar el crecimiento del animal y compensar por las sucias condiciones que pueden ser evitables. Esta constante, de pequeñas dosificaciones a los animales crea un peligroso caldo de cultivo para “superbacterias”, que se escapan en el suelo, el aire y el agua que entra en contacto con los residuos animales. Es permitido utilizar los desechos de animales como fertilizantes biosólidos en la producción convencional (no orgánica) de esta forma las superbacterias hacen su camino en nuestras verduras y pescados.
Estas “superbacterias” no sólo pueden ser encontradas en la carne en nuestras tiendas de comestibles, pero bacterias resistentes a los antibióticos pueden intercambiar genes de resistencia una con la otra, la resistencia a la difusión, las transferencias entre ellas de bacterias inocuas a bacterias patógenas. Múltiples infecciones resistentes a los medicamentos, como la enfermedad que amenaza la vida MRSA, están en aumento, mientras que el desarrollo de nuevos antibióticos está llegando a un punto muerto. El uso de antibióticos en el ganado es parte del problema.
El informe de Stanford parece restar importancia a la relación entre el uso de antibióticos no terapéuticos en la producción ganadera convencional y el surgimiento de las superbacterias, al concluir que el uso agrícola de antibióticos “puede estar relacionado con” el problema de la resistencia a los antibióticos. Pero existe evidencia científica que establece que el uso de antibióticos en la ganadería (y no sólo el uso humano de los antibióticos) contribuye al problema de la resistencia a los antibióticos en las bacterias.
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC en inglés) ha dicho que existe una fuerte evidencia científica de un vínculo entre el uso de antibióticos en animales productores de alimentos y la resistencia a los antibióticos en los seres humanos”. La Asociación Médica Americana (AMA en inglés) está de acuerdo.
“Los antibióticos son uno de los avances médicos más útiles e importantes en la historia reciente. Su eficacia, sin embargo, está en peligro por la resistencia bacteriana, que surge en parte por el uso excesivo de antibióticos en la producción animal”.
A los productores orgánicos de carne, por otro lado, no se les permite el uso de antibióticos y por lo tanto no contribuyen a este problema. En lugar de dosificar a sus animales con medicamentos para evitar que se enfermen en ambientes insalubres, estos agricultores encuentran mejores maneras de manejar sus rebaños y de prevenir enfermedades, por ejemplo, mediante una mejor alimentación y establos más limpios.
Por último, hay importantes beneficios ambientales que aporta la agricultura ecológica, empezando por un mejor manejo de los suelos para reducir la escorrentía de fertilizantes en las cuencas, que representan una razón clave para apoyarlo. Un análisis de los impactos del ciclo de vida de la agricultura convencional, de los pesticidas mencionados anteriormente, a los fertilizantes de nitrógeno y herbicidas químicos, en los trabajadores agrícolas, las comunidades circundantes y en nuestros suelos, las cuencas hidrográficas, el aire y la biodiversidad muestra que las prácticas orgánicas son mejores para nuestra salud, la salud animal y la protección del medio ambiente en comparación con la agricultura convencional.
No hay que confundir los alborotos de las noticias y los titulares sensacionalistas con la realidad. Apoyo a la agricultura orgánica para nuestra salud y la salud de nuestro medio ambiente es de sentido común. Para obtener más información, echa un vistazo a algunas de estos interesantes blogs de NRDC de cómo reducir el uso de pesticidas tóxicos y el uso innecesario de los antibióticos en la agricultura.
Muchas voces se alzaron para defender la agricultura orgánica. En resumen, el enfoque en los beneficios para la salud en términos de densidad de nutrientes en gran parte está fuera de lugar.
Aunque se necesita estudiar más las propiedades antioxidantes y nutritivas de los alimentos orgánicos a comparación de los convencionales, la mayor diferencia entre los dos está en la forma en que se producen y como impactan nuestra salud. (El mismo estudio llegó a la conclusión que los alimentos orgánicos son mucho menos propensos a estar contaminados con pesticidas y bacterias resistentes a los antibióticos. Pero más sobre esto más adelante).
Es fácil confundirse acerca de lo que separa a los alimentos producidos orgánicamente de los producidos de forma convencional. Así que aquí está la primicia. Las normas orgánicas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA en inglés) en su lista de insumos aprobados y prohibidos en la producción orgánica, lo que significa que los alimentos orgánicos deben ser producidos sin el uso de:
- Ø antibióticos
- Ø hormonas de crecimiento artificiales
- Ø jarabe de maíz de alta fructosa
- Ø colorantes artificiales (hechos de alquitrán de hulla y productos petroquímicos)
- Ø edulcorantes artificiales
- Ø pesticidas y fertilizantes químicos creados artificialmente
- Ø proteínas e ingredientes modificados genéticamente
- Ø lodos de depuradora
- Ø irradiación
Vamos a empezar con una conclusión básica que el estudio minimiza, pues concluye que las frutas y las verduras orgánicas son mucho menos propensas a estar contaminadas con residuos de pesticidas. Esto es significativo, incluso antes de considerar las diferencias en la extensión de la contaminación.
Tom Philpott y el Dr. Charles Benbrook (Chuck) hacen un trabajo fantástico al disertar y criticar el informe de Stanford sobre los pesticidas. Benbrook ha servido toda la vida como un experto en agricultura, entre ellas la de Director Ejecutivo de la Subcomisión de la Comisión de la Cámara de Agricultura con jurisdicción sobre la regulación de pesticidas, investigación, comercio y asuntos exteriores agrícolas. Philpott es un periodista de investigación independiente y cofundador de un centro sin fines de lucro para la educación alimentaria sostenible. Como ambos señalan, es mucho más probable que los productos convencionales estén contaminados con una plétora de pesticidas, varios de ellos muy tóxicos y en altos niveles. En el estudio se minimiza esta diferencia, ya que los niveles de residuos de pesticidas están por debajo del máximo de los límites permitidos por la EPA. Pero ambos señalan como, el “efecto cóctel” de las mezclas químicas no es tomado en cuenta por la EPA en la fijación de los límites.
En particular, Philpott y Benbrook señalan la omisión de otros estudios, por los autores, que se centran en la exposición prenatal y en los niños a los pesticidas organofosforados que son altamente tóxicos y peligrosos por lo que su uso es ilegal en hogares y céspedes residenciales actualmente. NRDC continúa trabajando para conseguir su prohibición en la agricultura debido a la gran cantidad de envenenamientos humanos que ocurren cada año, así como su relación con déficits de aprendizaje en los niños expuestos prenatalmente.
¿Su conclusión? Que los investigadores de Stanford desestimaron diferencias estadísticamente significativas en la gravedad de la contaminación por pesticidas entre los alimentos convencionales y los orgánicos.
Asimismo, los autores se centran en la presencia de bacterias resistentes a los antibióticos en carnes orgánicas vs carnes convencionales, e ignoran la gran crisis de salud pública causada por el aumento de infecciones resistentes a los antibióticos y la significativa contribución de la agricultura animal convencional para esta resistencia.
En las granjas convencionales, las cantidades masivas de antibióticos se suministran habitualmente en pequeñas dosis a los pollos, cerdos, vacas y otros animales que comemos, para acelerar el crecimiento del animal y compensar por las sucias condiciones que pueden ser evitables. Esta constante, de pequeñas dosificaciones a los animales crea un peligroso caldo de cultivo para “superbacterias”, que se escapan en el suelo, el aire y el agua que entra en contacto con los residuos animales. Es permitido utilizar los desechos de animales como fertilizantes biosólidos en la producción convencional (no orgánica) de esta forma las superbacterias hacen su camino en nuestras verduras y pescados.
Estas “superbacterias” no sólo pueden ser encontradas en la carne en nuestras tiendas de comestibles, pero bacterias resistentes a los antibióticos pueden intercambiar genes de resistencia una con la otra, la resistencia a la difusión, las transferencias entre ellas de bacterias inocuas a bacterias patógenas. Múltiples infecciones resistentes a los medicamentos, como la enfermedad que amenaza la vida MRSA, están en aumento, mientras que el desarrollo de nuevos antibióticos está llegando a un punto muerto. El uso de antibióticos en el ganado es parte del problema.
El informe de Stanford parece restar importancia a la relación entre el uso de antibióticos no terapéuticos en la producción ganadera convencional y el surgimiento de las superbacterias, al concluir que el uso agrícola de antibióticos “puede estar relacionado con” el problema de la resistencia a los antibióticos. Pero existe evidencia científica que establece que el uso de antibióticos en la ganadería (y no sólo el uso humano de los antibióticos) contribuye al problema de la resistencia a los antibióticos en las bacterias.
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC en inglés) ha dicho que existe una fuerte evidencia científica de un vínculo entre el uso de antibióticos en animales productores de alimentos y la resistencia a los antibióticos en los seres humanos”. La Asociación Médica Americana (AMA en inglés) está de acuerdo.
“Los antibióticos son uno de los avances médicos más útiles e importantes en la historia reciente. Su eficacia, sin embargo, está en peligro por la resistencia bacteriana, que surge en parte por el uso excesivo de antibióticos en la producción animal”.
A los productores orgánicos de carne, por otro lado, no se les permite el uso de antibióticos y por lo tanto no contribuyen a este problema. En lugar de dosificar a sus animales con medicamentos para evitar que se enfermen en ambientes insalubres, estos agricultores encuentran mejores maneras de manejar sus rebaños y de prevenir enfermedades, por ejemplo, mediante una mejor alimentación y establos más limpios.
Por último, hay importantes beneficios ambientales que aporta la agricultura ecológica, empezando por un mejor manejo de los suelos para reducir la escorrentía de fertilizantes en las cuencas, que representan una razón clave para apoyarlo. Un análisis de los impactos del ciclo de vida de la agricultura convencional, de los pesticidas mencionados anteriormente, a los fertilizantes de nitrógeno y herbicidas químicos, en los trabajadores agrícolas, las comunidades circundantes y en nuestros suelos, las cuencas hidrográficas, el aire y la biodiversidad muestra que las prácticas orgánicas son mejores para nuestra salud, la salud animal y la protección del medio ambiente en comparación con la agricultura convencional.
No hay que confundir los alborotos de las noticias y los titulares sensacionalistas con la realidad. Apoyo a la agricultura orgánica para nuestra salud y la salud de nuestro medio ambiente es de sentido común. Para obtener más información, echa un vistazo a algunas de estos interesantes blogs de NRDC de cómo reducir el uso de pesticidas tóxicos y el uso innecesario de los antibióticos en la agricultura.
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