A la hora de calcular la huella de carbono hay que tener en cuenta todas las variables de la vida cotidiana: alojamiento (incluyendo la superficie, el consumo de energía y equipamientos), transporte (kilometraje hecho en coches, motos, vuelos en avión, transporte público, etc.), alimentación (cantidades de carne, pescado, productos lácteos, frutas, vegetales, legumbres, bebidas) y consumo (equipamiento tecnológico, suministros varios, muebles, ropa, entretenimiento, etc.).
Para obtener los datos aproximados de emisiones, Internet pone a disposición de los ciudadanos un gran número de calculadoras de carbono. Algunos ejemplos son los instrumentos online de Carbon Clear, Carbon Footprint, CeroCO2, Reducetuhuella.org o la Calculadora de Huella de Carbono de Twenergy, entre otros. La Organización Internacional de Aviación Civil de Naciones Unidas (ICAO) permite también calcular la huella concreta que los pasajeros dejan en sus vuelos.
Si bien las calculadoras de carbono distan de ser un sistema perfecto, permiten dar una idea de todas las emisiones generadas por una persona o una pequeña organización durante un periodo de tiempo. Con el resultado, el consumidor tiene la opción de compensar su impacto negativo sobre el Planeta incorporando hábitos sostenibles en su vida cotidiana como el reciclaje, el ahorro de agua y energía en casa, la reutilización de bolsas de plástico o la práctica de ecoturismo, entre otras muchas. Para las organizaciones, la huella de carbono representa una medida fundamental que contribuye a la toma de decisiones de prácticas sostenibles y estrategias de reducción más eficaces en la lucha contra el calentamiento del Planeta.
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